A todas las chicas que amé
Quizá son las fotos de tu boda o tu vlog de graduación lo que me hizo sentir una punzada por la chica que una vez llamé amiga.
Últimamente, la nostalgia parece sobrepasar cualquier otra emoción. Nostalgia por una niña en zapatos de charol que quería ser princesa. Nostalgia por los días en el recreo jugando a ser brujas y sirenas. Nostalgia por las mejillas rosadas y el dolor de estómago hablando de cosas que ya no recuerdo, pero que hacen que mi corazón duela.
¿Recuerdas aquella vez que tú ibas y yo regresaba? Cuando de la nada, como una broma del destino, cruzamos miradas al pasar por la parada del autobús, ambas en uniforme con audífonos. Tú escuchando a Coldplay probablemente y yo a Taylor Swift. Sonreímos y seguimos nuestro camino. No te escribí aquella vez.
Que tal de la vez que hablamos de libros y ambas coincidimos que la angustia adolescente debía ser más divertida de leer cuando no eras un adolescente angustiado. Espero que sigas leyendo cualquier tipo de historia que resuene en tu corazón, aun cuando nunca llegues a contarme por qué te llamó la atención.
Quiero que sepas que aún recuerdo los días que pasamos juntas siendo niñas y solamente niñas. Corriendo y creando mundos que nunca visitaremos más. O las cartas declarando que eras una niña extraordinaria y que estaba orgullosa de ser tu amiga para toda la eternidad. Quizá la hipérbole no nos era tan desconocida como creíamos.
Espero que no encuentres esto como una acusación o reproche. Claro que entiendo tus razones como espero que entiendas las mías. Además, yo más que nadie comprendo la necesidad de cambiar de entorno, así como de arder hasta ser cenizas y empezar de nuevo. Nunca debes disculparte por cambiar y evolucionar de maneras que otras personas consideren demasiado drásticas, o de dejar atrás situaciones y personas que no se ajustan con la persona que quieres ser. La única constante es el cambio y a ti te queda de maravilla.
Considera esto una carta como aquellas que solíamos escribirnos a diario, llenas de glitter y flores prensadas. Porque a decir verdad es que sí, estoy muy feliz de haber pasado junto a ti años de mi vida y llamarte por los más ridículos apodos sabiendo que escucharías cada cosa que quisiera contarte. Incluso en esos días en los que no tenía nada que pudiera decirte.
No podría atribuirme nunca el honor de ser la mejor de las amigas. He estado demasiado ausente como para siquiera considerar el título. Creo que de alguna manera quería que el mundo se detuviera mientras resolvía lo que sea que tenía que resolver y las personas solo pueden esperar lo suficiente frente a una puerta que nadie sabe si se volverá a abrir. Quizá fue ese egoísmo el que terminó por quemar los puentes entre nosotras. Quizá si no hubiera estado tan llena en mi pesar habría podido preguntarte por el tuyo.
Y así, sin ser una sorpresa para nadie, el mundo ha continuado y tú te has alejado para llevar la vida que siempre deseaste o que estás construyendo. Rodeada de personas que no dudan en echarte una mano y decirte lo mucho que te quieren.
Pero te veo, aún busco en tus ojos rastros de la niña que quise y me contaba a detalle como sería su boda cuando al fin se enamorara. Solo que ahora lo hago desde las fotos de la mujer vestida de blanco sosteniendo la mano de su mejor amigo. O cargando en brazos a una criatura con una sonrisa demasiado familiar. O en videos de tus viajes por el mundo sonriendo con tus nuevas amigas.
Alguien dijo alguna vez que su corazón es un museo de todas las personas a las que ha amado. Aún sostengo la brocha de maquillaje como me enseñaste, y todavía regreso a escuchar esa canción que me recomendaste en el 2014. Olvidé decirte que tenías razón, y que la película que me recomendaste se volvió una de mis favoritas. No puedo evitar sonreír cada vez que veo una nutria porque aún recuerdo la vez que decías entre lágrimas que no había un animal más adorable y que era injusto que no tuvieras una. Tengo guardado el brazalete que me regalaste y la nota que escribiste en mi cuaderno declarando que seríamos las mejores socias algún día.
Quizá lo único que me queda por decir es lo mismo que te he escrito durante años hasta que las líneas quedaron en silencio.
Te quiero, te extraño, espero que todo te salga de la mejor manera, felices vacaciones, felicidades por tu graduación, felicidades por tu primer bebé, te extraño, ¿estás feliz en tu nuevo trabajo?, ¡felicidades por tu boda!, feliz cumpleaños, te extraño, ¿aún te gusta el color rojo?, felices fiestas, me alegro de que hayas logrado lo que me contaste, ¿hace frío del otro lado del mundo?, ¿leíste el libro que querías hace 10 años?, te quiero, te quise muchísimo, gracias por el abrazo, gracias por escucharme, gracias por quedarte a mi lado, gracias por ser mi gemela malvada, gracias… y te deseo lo mejor.